Y entonces Pablito tuvo el trabajo por el que estaba luchando desde hace años. Al fin podría pagar las deudas que lo estresaban y no lo dejaban dormir. Se mudaría a un nuevo departamento y dejaría el cuarto con techo de calamina y goteras con baño compartido. Con sus primeros sueldos se iría a los restaurantes que le encantaban y se compraría ropa en Gamarra.

Estaba feliz, tan feliz, incluso hasta la chica que le gustaba, le dijo que sí, que aceptaba estar con él. Todo era felicidad para Pablito, después de años de vida, al fin iba a vivir.

Fue entonces cuando una pandemia global lo obligó a quedarse en su casa, alejado de la persona que más amaba, sin el trabajo porque no le renovaron contrato, y en ese mismo cuarto de mierda.

FIN

Luis Benavides Pachas